La psicología posee diferentes corrientes, entre estas encontramos la terapia humanista, que se encarga de enfocar la terapia hacia a una visión positiva del momento existente. Centrándose esta, en la autorrealización, el crecimiento y amor. La terapia humanista, tiene sus inicios en los años 50 del siglo XX, estableciéndose como corriente de la psicología en los 60. Hoy, te hablaremos con mayor detalle sobre ella.
¿Qué es la terapia humanista?
La ciencia que se encarga del estudio de la psique, se encuentra dividida en corrientes que permite la valoración de la conducta humana desde varias perspectivas. Entre estas, encontramos la corriente humanista.
Debes saber, que el humanismo no se basa en la experimentación de la ciencia, ni observa al paciente desde un estado patológico. Esta corriente, establece que el ser humano debe ser visto de manera holística, es decir, biológico, emocional y social. En donde, cada uno posee múltiples cualidades que deben ser explotadas para lograr el autoconocimiento, el crecimiento y fortalecer el amor propio.
En cuanto a la terapia, el profesional en psicología humanista no señala ni juzga al paciente. El terapeuta, busca aceptar y comprender la actitud de las personas frente a los acontecimientos, ya que, en esta corriente el individuo ha dado lo mejor de su ser.
Asimismo, reconoce los logros y se estimula el cambio de forma paulatina para estimular áreas en desventaja.
Beneficios del humanismo en la psicología
Esta corriente ha beneficiado en diversos aspectos al campo de la psicología, puesto que propone una manera de comprender la naturaleza del ser humano desde un enfoque distinto. Promoviendo los cambios de manera positiva, fortaleciendo la libertad, el amor y el poder, para alcanzar así, la autorrealización.
Principios de la terapia humanista
Los principios se componen de los siguientes apartados, en donde se resalta el valor invaluable del ser humano, su dignidad y sus capacidades. Siendo estos, los siguientes:
- El estudio del individuo de manera holística, visto como una unidad psico-biológica.
- La estructura del “Yo” que comprende a todos los seres humanos.
- La búsqueda de la autorrealización en los seres humanos para liberar su mayor potencial.
- El hecho de considerar al ser humano sociable por naturaleza.
- La consciencia del pasado, y de allí, una preparación para el futuro.
Además de lo anterior, también encontramos la capacidad de tomar decisiones en los seres humanos, como la de ser libres y tener consciencia de sus cualidades, sin dejar a un lado el hecho de que las personas manifiestan sus intenciones con sus elecciones.
Enfoques de la terapia humanista
El enfoque principal de la terapia humanista se centra en los individuos, para estimular al máximo sus cualidades. Presentando gran preocupación en la comprensión del ser humano, y así, mejorar su condición de vida.
Todo esto, bajo la presunción de que los seres humanos en esencia son buenos por naturaleza. Además, este tipo de terapia también pretende incitar a la toma de consciencia a partir de las experiencias vividas, para mejorar el funcionamiento actual. Una muestra de este tipo de terapias lo encontramos en la Terapia Gestalt.
Autores de la corriente humanista
El área humanista mejor conocida como la tercera fuerza psicológica, se establece como corriente en 1961. Todo esto, debido a la existencia de un nuevo movimiento, conformado por Abraham Maslow, Carl Rogers y otros exponentes como Claudio Naranjo. Estos, proponen un modelo de terapia que se enfoca en la visión de la persona como un conjunto, que posee experiencias internas moldeando al ser del presente.
Esta nueva propuesta, planteaba una disciplina que estudia desde un punto positivo las capacidades del ser humano. Todo, con la finalidad de promover la libertad y el cambio, fortalecer las cualidades, el amor propio, el crecimiento personal, el equilibrio y la aceptación, para formar seres autosuficientes.
Es importante resaltar, que los profesionales que se inclinan por esta corriente psicológica, deben contar con cualidades para lograr el fin de esta. Entre dichas cualidades se encuentran la empatía, la transparencia y aceptación de las experiencias que expresa el paciente. Pues esto, conseguirá que la terapia cumpla con los fundamentos en la persona, promoviendo el amor y aceptación.
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